Comer por ansiedad

¿Te preguntas por qué te cuesta tanto mantener la línea o incluso por qué no solo no adelgazas sino que ganas algo de peso aunque estés a dieta? ¿Te has planteado que, quizá, tu problema se debe a que comes por ansiedad o por aburrimiento? 

Aunque no nos demos cuenta, muchas veces buscamos en la comida una pequeña recompensa o experiencia positiva en respuesta a la ansiedad, a un problema negativo, al estrés, al aburrimiento… ¿Cuántas veces, después de cenar, te ha apetecido picar algo mientras ves la tele? En realidad tu cuerpo no tiene hambre, pero necesitas paliar esa sensación con algo placentero como puede ser la comida, especialmente algunos alimentos como los dulces.

En este sentido, pregúntate cuántas veces has llegado del trabajo y lo primero que has hecho ha sido abrir la nevera para comer casi compulsivamente, sin mirar exactamente qué estabas ingiriendo ni en qué cantidad. También puede darse esta situación si sigues dietas muy restrictivas, en las que un momento de bajón puede traducirse en un atracón que nada bueno tendrá para tu organismo ni para tu autoestima.

Si quieres evitar comer con ansiedad aquí tienes  una serie de consejos para evitarlo y gestionar el ansia por la comida por otros medios más saludables para manejar el estrés y el nerviosismo. ¡Allá vamos!

Consejos para evitar comer por ansiedad

  • Come equilibrado y no te saltes comidas: si pasas muchas horas sin comer, aunque te parezca que no tienes hambre pues estás trabajando o tienes otras tareas que te distraen, acumularás apetito que se convertirá en ansiedad cuando pares tu actividad o llegues a casa. Así, 5 comidas al día y prohibido pasar hambre.
  • Cuidado con las dietas muy restrictivas: una restricción calórica demasiado pronunciada, o una falta importante de algún grupo de alimentos, puede acabar provocando un ansia por la comida difícil de controlar que te hará entrar en una espiral innecesaria. En lugar de ello, apuesta siempre por una dieta baja en calorías pero saludable y que incluya todo tipo de alimentos.
  • Presta atención para diferenciar el hambre de la ansiedad: Cuando sentimos hambre de verdad, notamos ese vacío en el estómago y no nos importa apenas qué comer, sin embargo, cuando simplemente sentimos el impulso de comer un alimento en concreto (suele pasar con los dulces, el chocolate, los snacks…), entonces estás ante un momento de “ansia”. En ese momento en el que te apetece picar algo, que no es precisamente una manzana, recuerda que esa sensación proviene de tu mente que, por cansancio, estrés, aburrimiento o tristeza, necesita una sensación agradable. En esos momentos puedes hacerte una infusión u optar por una pieza de fruta.
  • Procura tener tiempo para dejar la mente en blanco: el hecho de poder tener un rato para tomarte un respiro cada día es muy importante. Cuando esto no pasa también buscamos recompensas en la comida. Puede ser un baño relajante, unos minutos al aire libre paseando o escuchando tu música favorita. Disfruta de un rato para ti misma/o en el que poder ordenar tus ideas y dejar la mente en blanco para desconectar. ¡Funciona, en serio!
  • El ejercicio también puede ayudarte ya sea en el gimnasio o en casa, muévete un rato cada día… Así quemarás energía y liberarás endorfinas que te ayudarán a mantener la ansiedad a raya y, por tanto, evitará que comas de forma compulsiva. Y, lo que es mejor, te será más fácil controlar la línea y mantenerte dentro de tu peso ideal.

Por último, procura analizar por qué comes por ansiedad, si crees que puede haber un motivo de más peso o algo que te preocupa seriamente, consulta con algún profesional que te pueda orientar. Pero si la causa está en tu estilo de vida, piénsalo con calma y actúa en consecuencia. ¡Seguro que puedes tomarte las cosas menos a pecho y estar más relajada/o en tu día a día!