¿Por qué no funcionan las dietas muy estrictas?

Los principales errores pasan por querer adelgazar rápido y querer hacerlo a cambio de no comer ciertos grupos de alimentos, para ver los efectos en poco tiempo y así sentirse más felices con los esfuerzos realizados.

Muchas personas sienten la prisa por adelgazar en alguna época del año, o bien antes del verano para lucir mejor cuerpo en la playa, o bien cuando llega el otoño, para mitigar los excesos de las vacaciones y llegar a la Navidad sin esos kilos de más que se pueden sumar a las copiosas comidas navideñas.

Comer es algo que hacemos a diario y normalmente supone un placer. El problema ante estas dietas, es que sometemos a nuestro organismo a una rigidez que se vuelve aburrida y monótona, y que además, nos puede pasar factura con el temido efecto rebote.

¿Por qué fracasan las dietas estrictas?

  • El aburrimiento de este tipo de dietas, nos puede llevar a la pérdida de motivación, con lo que no vamos a seguir la dieta y optaremos por abandonarla y querer compensar tanto esfuerzo con alimentos más calóricos, que tendrán precisamente el efecto contrario al deseado.
  • La restricción de nutrientes además de calorías. En las dietas estrictas se restringen no sólo las calorías, sino también uno o varios nutrientes, lo que limita la selección de alimentos y la calidad de los mismos.
  • Efecto rebote. Efectivamente, puede ser que una dieta estricta provoque un descenso rápido de peso, pero al terminar la dieta, los kilos se recuperan, es lo que se conoce como efecto rebote. No tiene ningún aliciente perder kilos para volver a recuperarlos fácilmente, ¿verdad?
  • Deficiencias de nutrientes necesarios para la salud. Este tipo de dietas también pueden provocar deficiencias nutricionales y efectos secundarios sobre la salud, por el hecho de no aportar todos los nutrientes necesarios para nuestro organismo.

¿Qué consejos debemos tener en cuenta?

  • Los milagros no existen. Si piensas que los resultados llegarán de inmediato y sin esfuerzo, estás equivocado/a. Se trata de adquirir unas pautas y hábitos saludables que darán su fruto mejorando tu peso, tu salud y tu calidad de vida a largo plazo.
  • Evitar centrar la dieta en un único alimento o en algunos, excluyendo otros. La dieta tiene que ser equilibrada y es importante comer de todo para estar sanos. La clave está en vigilar las cantidades y la manera de cocinar y preparar los alimentos, así como las combinaciones y la hora del día en que se debe tomar cada comida.
  • Tomar consciencia de que nuestra alimentación debe incluir alimentos saludables como frutas y verduras. 
  • Es imprescindible hacer ejercicio físico. Hay que tener en cuenta que es imposible perder peso de una manera saludable y equilibrada si no se realiza ningún tipo de actividad física.

No obstante, siempre podemos optar por las dietas flexibles o equilibradas, que permiten seleccionar distintos tipos de alimentos con todo el abanico de nutrientes necesarios para el organismo, y además, inculcan hábitos saludables, para que más que una simple dieta, cambiemos nuestro estilo de vida. Este tipo de dietas no son aburridas, ya que ofrecen más opciones, y ayudan a sentirnos saciados porque incluyen ingestas cada 3 o 4 horas, incluyendo un tentempié a media mañana y merienda a media tarde.

Por otro lado, cuando conseguimos el peso objetivo, las dietas equilibradas no tienen efecto rebote, ya que nos proporcionan todo tipo de nutrientes y nos aportan hábitos saludables para incorporar a nuestra alimentación a largo plazo, no sólo estrictamente los días que dura nuestra dieta.

Por todos estos motivos, no funcionan las dietas estrictas a largo plazo, aunque pueden ofrecer algunos beneficios rápidos y pasajeros a corto plazo, con el tiempo no se mantiene el peso saludable conseguido. Es mucho mejor centrarnos en una dieta equilibrada y saludable, que garantice un buen aporte de nutrientes y unas bases de nutrición que podemos incorporar a nuestro día a día para sentirnos mejor, bajar de peso, mantenerlo o sentirnos con más vitalidad.

Es importante tener claro que hacer una dieta debe ir mucho más allá que seguir las pautas escritas en un papel con un menú. Debemos enfocarlo como un cambio saludable en nuestro estilo de vida: en los sitios en los que comemos, los alimentos que compramos, la manera de cocinar y nuestra actividad física diaria.